¿QUÉ HACER CON LAS EMOCIONES NEGATIVAS?

 

Si partimos desde el punto, de que casi todo lo que sentimos es imaginario y si bien en un primer momento no tiene por qué ser desagradable, si que es susceptible de llegar a serlo en cualquier momento, nuestro objetivo es mostrar que hay métodos para que muchas de esas emociones negativas imaginarias puedan desaparecer en un proceso relativamente corto, y gradualmente poder ir sustituyendo esas emociones negativas por emociones positivas.

Las llamadas “emociones negativas” engloba a todas aquellas emociones de enfado, ira, miedo, celos agresividad, depresión, abatimiento etc. Por lo general, hemos aceptado todas estas expresiones como naturales o algo peor, como necesarias “yo soy así”, identificando muchas de ellas como parte de nuestro carácter o mejor dicho “mal carácter”, generando dicha identificación una incapacidad para el cambio.

Podemos observar, cuando nos resistimos o nos oponemos a ellas, como la manifestación de estas expresiones son automáticas, suceden tan rápido que nos cuesta percibirlas, forman parte de nuestros hábitos y no nos damos cuenta ni de porque nos sobrevienen, suelen escapar de nuestro control y no las manifestamos a voluntad, nos engañaríamos si creyésemos que sí, porque no hay nada más mecánico en nuestras vidas que estas expresiones.

Estas emociones negativas constituyen un terrible fenómeno que ocupan un lugar en nuestras vidas. A veces pensamos que tenemos una vida más o menos controlada y en un momento dado, imprevisiblemente es arruinada por estas emociones negativas que no son de ninguna utilidad y se convierten en un peso difícil de llevar.

Si algo bueno se puede decir de ellas entre comillas es que, al ser creadas por las identificaciones y la imaginación, pueden ser fácilmente eliminadas sin que esto suponga perdida alguna, y encontrar una maravillosa oportunidad de escape.

Realmente no somos conscientes del poder que tenemos sobre las emociones negativas. Cuando nos damos cuenta de lo peligrosas que son y de lo bueno que sería deshacernos de ellas, podemos ejercer nuestro poder para quitarlas de en medio. En este sentido, aunque nos encontramos demasiadas veces identificándonos con ellas, solemos buscar fallos en el entorno que nos rodea y no en nosotros mismos. Por tanto, ser consciente de este hecho nos ayudara a cambiar.

Cuando reconocemos que las emociones negativas no son producidas por causas externas comienzan a desaparecer, esto sucede con la única condición de notar que efectivamente no existen causas externas, que están ahí porque las permitimos y le damos una justificación a su presencia basándonos en esas circunstancias para no tener que lidiar contra ellas eludiendo nuestra responsabilidad.

Las emociones negativas no cambiarán de hoy para mañana, pero si lo harán a medida que hayamos aprendido a parar su expresión, averiguando qué emociones negativas predominan en uno, porque llegan, que es lo que las provoca y así sucesivamente, hasta aprender a crear una actitud que sirva para pararla justo cuando comienza a manifestarse. Una vez que dejamos que salga esta emoción negativa será difícil pararla, ya que nos hallaremos bajo su poder (no se puede controlar la ira cuando ya ha aparecido).

El desafío debe comenzar en la mente, encontrar la manera de pensar sobre qué es lo que ocurre cuando uno se encuentra con cierta persona y ésta lo pone a uno de mal humor o le irrita, y lo cierto es que cada vez que uno se encuentra con aquella persona manifiesta ese malestar, esa irritación y no puede evitarlo, aunque no le gusta sentir esa emoción. ¿Cómo evitarlo? Observando y pensando que es lo que uno opina sobre esta persona, no en los momentos que esta irritado sino en momentos de tranquilidad, ¿Qué piensa sobre ella? Tal vez te puedes dar cuenta como mentalmente discutes con ella, intentas demostrar que ella está equivocada, incluso puedes encontrar una equivocación tras otra, y que normalmente ella tiene hacia ti un mal comportamiento.

Bien cuando nos ocurre algo así, podemos encontrar el modo de aprender a pensar correctamente porque aunque la emoción es más rápida que el pensamiento hay un hecho que juega a nuestro favor «que la emoción es temporal» y el pensamiento puede hacerse continuo. De modo que cuando la emoción salta y se dispara tropezará con este pensamiento continuo y no podrá seguir manifestándose, es decir que sólo se puede luchar contra la expresión de emociones negativas creando otro pensamiento continúo más apropiado o deseado.

Ahora sí, las emociones negativas que podemos gestionar se pueden dividir en dos categorías. En primer lugar, están las cotidianas, que se manifiestan a menudo y generalmente nos identificamos con ellas como si fuesen parte de nuestro carácter, (se debe trabajar sobre ellas evitando identificarnos todo lo que sea posible, ya que la mayoría de las veces estas identificaciones nada tienen que ver con la realidad.)

La creación de una habilidad para no identificarse con estas emociones negativas ha de ser establecida por cada persona en sí misma, de manera que estas emociones se verán reducidas y comenzarán a desaparecer por sí solas, instalando en su lugar un pensamiento y por ende una emoción positiva.

La segunda categoría, menos cotidiana y más enrevesada, ya no es tanto de todos los días. Estas emociones negativas están sujetas a algún tipo de proceso mental desarrollado a través de un sentimiento de herida, pérdida, desconfianza etc… Procesos complicados que resultan mucho más difíciles de manejar, ya que hay que trabajar sobre ellos cuando la emoción negativa ha bajado su intensidad, es decir en los momentos de más tranquilidad. Es en ese momento es cuando se puede crear una actitud mental adecuada mediante el pensamiento, indagando en cual sería la actitud más apropiada o punto de vista más conveniente, proporcionando firmeza a la nueva actitud para desprenderse de las antiguas emociones negativas.

Las dos categorías (la cuestión contra las identificaciones y la creación de actitudes apropiadas) necesitan de un pensamiento constante e insistente, de la responsabilidad de que somos nosotros la causa de lo que nos ocurre y no acusar a otros de nuestras emociones personales negativas. Debemos aprender a rechazar algunos puntos de vista y aceptar otros, es de este modo que nuestra actitud comenzará a cambiar, a convertirse en un proceso permanente, alcanzando un poder sobre las emociones negativas y gestionándolas desde el primer momento que nos damos cuenta que van a surgir.

Aunque es verdad que no se puede cambiar lo que uno siente en un momento dado, si se puede forzar un pensamiento favorable y adecuado a ese momento, la posibilidad de cambiar algo en lugar de dejar que algo suceda.

El comienzo es aprender a pensar de forma diferente, a tener pensamientos más saludables, crear nuevas asociaciones y dejar atrás los términos absolutos de blanco o negro, todo o nada, dar cabida a una actitud más positiva que dice SÍ.

EVA Mª VÁZQUEZ JUBERT

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