COACHING Y EMPRESA: VINCULO INDISOLUBLE

250pxDesde EnMedio somos conscientes de la dificultad que supone para cualquier dirigente, ya sea Administrador o Consejo de Administración de una Empresa, comprender las bondades del Coaching Ejecutivo o Empresarial y como estas pueden repercutir en su quehacer diario redundando en su actividad y sus objetivos empresariales.

Pero también nos podíamos preguntar porque las Grandes Empresas acuden hoy día a los Profesionales de Coaching cada vez más como norma habitual, en la búsqueda de mejorar las competencias directivas y de liderazgo de las personas que las componen, o de readaptar sus procesos y objetivos a la evolución de su Misión y Visión.

Esto ocurre, esto es así, muchas de estas grandes empresas ya los tienen incluidos en plantilla, o bien los contratan externamente, y no solo en los países de origen anglosajón, también en nuestro país, España.

Hablamos de Empresas, muchas de ellas Multinacionales con gran capacidad y recursos, que contratan a los mejores en cada uno de sus departamentos, y a pesar de ello, acuden a un Coach Ejecutivo o Empresarial en la búsqueda de respuestas para las carencias competenciales y personales de esos empleados o directivos, o para descubrir que ocurre en la propia Empresa cuando su rendimiento o el de alguno de sus departamentos, no es el esperado y se ha convertido en una carga para la consecución de sus objetivos.

Si estas Empresas, que en teoría poseen el culmen de la intelectualidad en sus filas, necesitan de “un profesional” que les haga responderse las preguntas que ellos no son capaces de cuestionarse, que nos hace pensar que nuestras PYMES con muchos menos recursos, técnicos y humanos, con la ayuda de alguien que les haga tomar conciencia de las deficiencias y limitaciones que su “estrés” diario les impiden ver, no encontrarían esas soluciones que buscan y ellas mismas tienen al alcance de su mano.

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Es imposible obviar que las Empresas, ya sean mas grandes o pequeñas, están formadas por personas, y que el cociente intelectual en muchos casos no va de la mano del cociente emocional, entre los méritos del Curriculum no se incluye este “tipo” de inteligencia , y aunque cada vez más las grandes empresas lo tienen como un factor de peso para influir en la futura contratación de los candidatos, eso no es la norma general cuando se lanzan a la búsqueda de los mejores y mas adecuados para el puesto que desean cubrir.

Fijémonos en la serie americana de TV hoy tan en boga, “The Good Doctor”,  en ella un joven con autismo demuestra día sí, día no, como su cociente intelectual es cuando menos igual si no a veces superior al de sus compañeros Cirujanos; pero una vez superada con creces las reservas que respecto de su capacidad intelectual poseían sus jefes por su “sindrome autista”, la exigencia pasa a sus problemas de comunicación, y no porque no sea capaz de hablar y comunicarse con normalidad, sino porque su carencia de emociones unas veces o el exceso de ellas en otras, tiene tal influencia en las emociones de sus pacientes, de sus compañeros y de  sus jefes, que lo convierten en «incompetente» en cuanto a su capacidad relacional y emocional, menguando su “eminente” capacidad profesional como Cirujano.

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Las personas que trabajan en una Empresa no trabajan solas, en la mayoría de los casos y salvo excepciones interactúan con el resto de los componentes de la empresa, unas veces en sentido horizontal de igual a igual, y otras en sentido vertical, de jefes o directivos a empleados, o viceversa; e igualmente lo hacen con personas de fuera de ella, como los proveedores o clientes, influyendo en el negocio empresarial.

Esa comunicación puede ser fluida o en cambio estar atascada, bien porque los emisores no saben utilizarla, de forma que lo que se quiere comunicar no llega o no motiva a los receptores, o por el contrario, porque los receptores no comprenden o no están motivados para entender el mensaje que se intenta transmitir.

Estos déficits de comunicación muchas veces son directamente proporcionales a la conflictividad real o latente en la Empresa, impidiendo el desarrollo normal de las relaciones y por ende del normal desenvolvimiento de la actividad empresarial. Aquellas carencias comunicacionales no son exclusivas de las personas, sino que a veces son los engranajes departamentales de la Entidad los que no fluyen haciendo inservibles procesos que en su día sirvieron y que hoy han quedado obsoletos, hecho que la Empresa no es capaz de asumir.

Estas circunstancias carenciales no solo pueden impedir o cuando menos dificultar la finalidad para la que la Empresa fue creada, sino que  van a influir sobremanera en las emociones de las personas, y será su cociente emocional el que pasará a dirigir su trabajo, quedando el intelectual en un segundo plano, siendo imprescindible adquirir la conciencia necesaria para que no se proyecten sobre futuros conflictos que dañaran la buena salud de aquella.

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Y  es ahí  donde aparece el Coaching Ejecutivo o Empresarial, como un vehículo para añadir esa conciencia a la Empresa o a las personas que la forman sobre la existencia de esas emociones y su gestión, creando canales de respuesta y herramientas válidas en la prevención de conflictos o para la gestión del propio conflicto una vez iniciado y de sus emociones subyacentes, llevando al olvido el remedio del palo y la zanahoria como método eficaz de motivación y formando en verdadero liderazgo a los que les corresponden ejercerlo a través del Autoconocimiento y de la Empatía en el conocimiento de los demás.

Cada eslabón de la cadena que conforma la actividad de una Empresa se ajusta a la tarea encomendada, unos toman decisiones y otros las cumplen, los que las cumplen creen que su labor es mas difícil que quien toma decisiones, quien las toma cree que ojala estuviera en el pellejo del que cumple y hasta mañana, y todo es lícito desde el punto y hora que por lo general las personas queremos “casi siempre” lo que otro posee; pero la realidad es que no somos robots y además de trabajar pensamos y sentimos, y nuestras circunstancias laborales y profesionales son pocos las que logran desligarlas de la influencia de nuestras circunstancias personales, por lo que muchas veces la mezcla de ambas, forman un cóctel explosivo que cuando explota en uno de los engranajes, impide o dificulta que la maquinaria funcione a pleno rendimiento, y el «Coach Ejecutivo o Empresarial» es el encargado de “engrasar” con todo el cariño y el aceite de mejor calidad, ese eslabón, ese engranaje, esa persona, ese proceso, para que adquiera conciencia de su importancia en la cadena, para hacerle sabedor de su valor, o de enseñar a quien lo ha de hacer por jerarquía, a liderarlo, haciéndole mas fuerte en su esfuerzo mediante la transmisión de sus logros,  dotándole de la capacidad necesaria para su desempeño a través del conocimiento de si mismo y  de la gestión de su inteligencia emocional.

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Aunque para muchos esto suene a utopía, esto es real, y muchas Grandes Empresas ponen la sanación de su negocio, de los departamentos o de las personas que las componen en manos de profesionales del Coaching como algo habitual y no excepcional, en la búsqueda de respuestas a preguntas que ellas mismas se van responder pero que jamás se les hubiera ocurrido preguntarse, porque su visión desde dentro dejó hace tiempo de ser objetiva, y la real a día de hoy, esta fuera de su conciencia y oculta en el “estrés” del día a día.

Esa es la labor del Coaching en las Empresas, sacar a la luz ese conocimiento que poseen sus componentes y del que son inconscientes, aflorar el potencial creativo de las personas que cada día dan vida a la Empresa a través de la propia sapiencia de sus limitaciones, y hacerles encontrar respuestas acompañadas de acciones bien planificadas, frente a la inacción que les suponen las rutinas de procesos inadecuados en la evolución de la misión y la visión que “parieron” en su día los que la idearon y crearon.

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